sábado, 18 de julio de 2020

Sabaton + Apocalyptica: 5 de febrero de 2020

Me ha costado muchos meses ponerme a escribir esta crónica, y no ha sido por falta de tiempo precisamente. Pereza pura y dura. El caso es que este concierto siempre lo recordaré como el último al que fui antes de que el coronavirus cambiara el mundo, esperemos que temporalmente, y que no tardemos mucho en volver a disfrutar de espectáculos sin preocuparnos de las mascarillas, las distancias de seguridad y los aforos limitados.


Me tocó acudir solo al concierto, aunque ese no era el plan original. En teoría iba a acompañarme mi buen amigo Antonio, pero al final se rajó por dificultades logísticas (y creo recordar que no es la primera vez que me deja tirado). Por suerte pudimos colocarle la entrada a un amigo de nuestro bajista Sergio, así que no hubo que lamentar pérdidas económicas.

El caso es que, al ser el concierto entre semana, la asistencia puntual fue complicada, y llegué a Vistalegre justo cuando empezaban a tocar Apocalyptica. No me importó perderme a Amaranthe porque los había visto hacía poco con Powerwolf y no me terminaron de convencer, pero sí que me fastidió no poder conseguir un buen sitio porque el recinto estaba ya bastante lleno a mi llegada.

Las actuaciones de los violonchelistas finlandeses son bastante peculiares, pero por suerte ya sabía a lo que iba y, como siempre, lo que más disfruté fueron las versiones de Metallica que les trajeron la fama. También estuvo bastante bien la versión de Rammstein que interpretaron con la colaboración de Elize Ryd, cantante de Amaranthe, para el tema Seemann.


En cuanto acabaron, se desplegó el telón de Sabaton para ocultar el montaje del curradísimo escenario.


Y finalmente arrancó la descarga de heavy bélico sueco, comenzando como siempre con Ghost Division, y derrochando, esta vez sí, fuego a raudales.


Creo que mi momento favorito fue cuando Joakim salió ataviado con un traje antigás al que no le faltaba ni un detalle para interpretar The Attack of the Dead Men. La máscara debía tener el micrófono incorporado, porque en las manos tan sólo llevaba un cañón de gas. También hubo otro momento en el que fingió disparar un bazooka contra el escenario que quedó muy logrado. Además, durante otro receso, aprovechó para decirnos que estábamos locos, dada la audiencia que lograron congregar un miércoles.


Otro momento llamativo fue cuando sacaron al escenario un órgano adornado para parecer el avión del Barón Rojo para la canción homónima. Un músico disfrazado de aviador tocó una corta melodía como introducción a uno de los primeros temas que lanzaron como single del último disco.


Vamos ya con la lista de canciones. El concierto se dividió en tres partes: la primera fue la dedicada principalmente a presentar el nuevo disco, durante la segunda compartieron escenario con Apocalyptica y la tercera fue para los bises.

Ghost Division
Great War
The Attack of the Dead Men
Seven Pillars of Wisdom
Diary of an Unknown Soldier / The Lost Battalion
The Red Baron
The Last Stand
82nd All the Way
Night Witches

Angels Calling (con Apocalyptica)
Fields of Verdun (con Apocalyptica)
The Price of a Mile (con Apocalyptica)
Dominium Maris Baltici / The Lion From the North (con Apocalyptica)
Carolus Rex (con Apocalyptica)

Bises:
Primo Victoria
Bismarck
Swedish Pagans
To Hell and Back


Fue toda una novedad la parte con Apocalyptica en el escenario a pesar de lo predecible que resultaba, porque durante los meses anteriores a la gira publicaron varias colaboraciones, como la version de Angels Calling.


En los bises, tras despedirse los violonchelistas, terminaron de lanzar todo el fuego que les quedaba. Hasta el tanque sobre el que montan la batería "disparó". Y eligieron muy bien las canciones para cerrar salvo la última, porque Hell and Back no me parece un tema tan bueno como para ser el colofón del gran concierto que se marcaron.


Como conclusión, diré que me sacaron la espinita que se me quedó clavada del anterior concierto en el Palacio de los Deportes donde llevaron una producción bastante más humilde y sin fuego. Y es que cualquier concierto con fuego gana mucho.







sábado, 4 de enero de 2020

Airbourne: 25 de octubre de 2019

El amor por la música se demuestra en las grandes ocasiones, y ésta fue una de ellas. Ir al concierto de Airbourne el día de mi aniversario de boda sin mi mujer fue un acto temerario, pero mereció la pena. Tenía muchas ganas a estos australianos y, en líneas generales, no defraudaron.


Por suerte no fui solo, me acompañó un excompañero de trabajo con quien comparto gustos musicales y hamburgueseros. Él, que sí había visto al grupo hacía varios años, sí que notó el peso de los años en el bueno de Joel O'Keeffe. Pero empecemos por el principio.


Los teloneros fueron los Supersuckers, un grupo estadounidense que también toca hard-rock pero cuyo estilo no me va. Y es que si la voz del cantante no te gusta, difícilmente te va a seducir una banda.


Tras una corta actuación, ellos mismos ayudaron a recoger sus bártulos y abrieron paso al plato principal. La música que usaron como intro fue el tema principal de la película Terminator 2, pero la ecualización era tan rara que la melodía sonó prácticamente irreconocible. Fue una lástima porque los lásers rojos quedaban muy bien (véase el primer vídeo al final).

Entraron muy fuerte con un tema que fue toda una declaración de intenciones, Raise the Flag, de su segundo disco, muy cañero y que nos activó desde el primer momento.


Inmediatamente se notó que la mezcla no estaba bien compensada porque la guitarra del front-man sonaba muchísimo más alta que cualquier otra cosa, incluso algo más que su voz. El problema de eso era que en cuanto paraba un momento de tocar se notaba demasiado su ausencia.


Antes de continuar, dejo el setlist que interpretaron (invariable a lo largo de la gira):

Raise the Flag
Too Much, Too Young, Too Fast
Burnout the Nitro
Back in the Game
Girls in Black
Bottom of the Well
Breakin' Outta Hell
It's All for Rock 'n' Roll
Boneshaker
Live It Up
Stand Up for Rock 'n' Roll

Bises:
Ready to Rock
Runnin' Wild

Durante las primeras canciones todo transcurrió como un concierto normal y corriente, a lo que llevo acostumbrado los últimos 10 años o más, pero a partir de Girls in Black la cosa se desmadró como hacía tiempo que no veía: justo para el solo Joel fue paseado entre el gentío a hombros de un miembro de su staff, arrancando la revolución. Muchos tíos se empezaron a quitar las camisetas y los pogos surgieron canción tras canción, habiendo algún que otro espectador que salió un poco mal parado. Unos cuantos enérgicos empujones nos llevamos y los que no somos muy corpulentos o llevamos gafas tuvimos que apartarnos para no "cobrar" más de la cuenta. De hecho, a mi amigo hubo una señora que le dijo: "A éste no le empujes, que es menor" refiriéndose a su acompañante, como si nosotros estuviéramos empujando a propósito.



No tuvimos un receso hasta que en medio de la canción It's All For Rock and Roll alguien del staff empujó un carrito al escenario con bebidas y Joel sirvió unos Jack Daniel's con Coca-Cola a sus compañeros (y a él mismo, claro). Boneshaker volvió a enfriar un poco los ánimos por ser un tema nuevo (y no muy bueno), pero el arranque de Live It Up, con Joel encaramado en lo alto del muro de amplis Marshall, volvió a enloquecer la sala.


Cuando empezó la primera canción de los bises vi el hueco, me armé de valor y atravesé a la carrera (y a saltos) el enésimo pogo que se formó hasta alcanzar la segunda fila. Así que desde ahí, aguantando las mareas humanas que me empujaban en todas direcciones, disfruté el frenético final del concierto (perdiendo además a mi amigo, al que no encontré hasta el final del mismo).




La verdad es que entre la peculiar mezcla y que la voz de Joel se fue apagando según pasaban las canciones (y sólo fueron 13, aunque de gran intensidad), no se puede decir que la actuación fuera redonda, aunque la forma en la que enganchan al público lo compensa todo.

Ahondando en el asunto de la voz de su front-man, si tenéis ocasión de escuchar su EP de 2004 titulado Ready to Rock, podréis observar la diferencia en el tono de su voz. En aquella primera publicación cantaba más grave, en un registro en el que estaba más cómodo porque es el suyo natural. Pero supongo que alguien le debió recomendar rasgar más la voz, lo cual sin duda les ha dado más éxito, pero supongo que también le va a ir estropeando las cuerdas vocales poco a poco.

En definitiva, el problema de este grupo es que Joel carga con demasiadas tareas: ser el front-man, cantante, solista y animador todo al mismo tiempo es demasiado y poco a poco le va pasando factura, a pesar de querer dar la imagen de ser el más animal y el más machote.

A continuación los vídeos que grabé: