domingo, 6 de enero de 2019

Operation: Mindcrime + Till Death Do Us Part: 12 de diciembre de 2018

Este concierto fue un regalo de cumpleaños, aunque con un poco de trampa porque lo seleccioné yo mismo. Como soy una persona muy difícil para regalar, mi mujer siempre me pregunta que qué quiero, y esta vez lo tuve claro: ¡Operation: Mindcrime! El único problema de este concierto fue que caía en miércoles y obligaba a mi mujer a quedarse sin su clase de Pilates porque alguien tenía que quedarse con nuestra hija, pero un día es un día.


El motivo de esta gira encabezada por el ex-cantante de Queensrÿche se debía al trigésimo aniversario de su disco más exitoso, el álbum conceptual titulado Operation: Mindcrime. Al grupo con su formación original los vi por primera y única vez allá por 2008 en el magnífico festival Electric Weekend de Getafe, así que esta oportunidad de disfrutar de la recreación completa de ese pedazo de disco con su cantante original la pintaban calva.


El proyecto Operation: Mindcrime como banda surgió dos años después de la separación de Geoff Tate de Queensrÿche, manteniendo los instrumentistas el nombre por decisión judicial. Durante los dos años que duró el litigio, tanto los instrumentistas (con un nuevo vocalista, Todd La Torre) como Tate (con otros instrumentistas) utilizaron el nombre, lo cual resultaba inaceptable. Al perder el jucio, Tate rebautizó su nueva banda con el título de su álbum más aclamado. Desde entonces han publicado tres discos y la formación no ha parado de sufrir bajas, así que no sorprende que actualmente comparta bajista y un guitarrista con la banda de su hija Emily, Till Death Do Us Part, que además han hecho de teloneros durante la gira.


Este concierto también supuso mi primera vez en la sala Copérnico, así que ya me faltan menos para haber recorrido las salas más míticas de la capital (me faltan la Caracol y la But, creo). Nada más entrar estaba la propia Emily Tate atendiendo el puesto de merchandising, lo cual demuestra lo escasos de medios que iban. En las pequeñas pantallas que adornan la sala se podía ver el logo de los teloneros, grupo del que estuve escuchando una lista de reproducción en Youtube. Y, tras aproximadamente media hora de espera, salieron a escena.


La verdad es que me gustó más su música en versión de estudio que en directo, lo cual no quiere decir que me llegara a convencer su estilo, muy emo para mi gusto. Además, su puesta en escena tampoco ayudó mucho. Es cierto que Emily sabe llevar el protagonismo (y no le importaba que los fotógrafos de la primera fila le fusilaran siempre que se inclinaba, cuando más se le veía el escote), pero abusa del mismo teatrillo en el que finge asfixiarse agarrándose su propio cuello en todas las canciones. Por otro lado, el bajista Jack Ross se mantiene demasiado al margen, todo lo contrario que el guitarrista Kieran Robertson, que no paraba de intentar caldear el ambiente de la semivacía sala e interactuar con Emily. Su actitud es de agradecer, pero me resultaba tan desagradable a la vista que me costaba mirarle.


Entre canción y canción, Emily se presentó como la hija de Geoff Tate (lo más guay que podía decir sobre ella misma, recalcó) y también nos rogó que compráramos una camiseta para que pudieran comer. La verdad es que si en esta gira sólo eran capaces de llenar salas de un tamaño similar a la Copérnico, muy poco beneficio conseguirían sacar. Y, tras acabar su actuación con su tema más famoso, Blue Boy, la vocalista volvió a incidir en que estaría en el puesto de merchandising. Cuando me di la vuelta, porque me puse muy cerca del escenario, me di cuenta de que afortunadamente la sala se había llenado. Seguramente nos habríamos congregado algo más de 200 personas. Así que, tras una visita al servicio y una nueva espera de algo más de media hora, durante el cual cambió el logo mostrado por las pantallas, arrancó el segundo concierto.


Mientras los instrumentistas ocupaban sus posiciones sonó la grabación de la primera pista del disco, "I Remember Now", para continuar, ya sí interpretada por los músicos, con el tema instrumental "Anarchy-X", que desató la euforia en la sala. En el tercer tema saltó a escena el hombre que todos estábamos esperando, Geoff Tate, con el público ya entregado. Como suele ser habitual, durante las primeras estrofas no se le escuchó muy bien porque su micro no estaba bien ajustado, pero a partir de la mitad de la canción el técnico de sonido consiguió mejorarlo bastante.


La verdad es que la interpretación fue rodada y, desde mi punto de vista, el instrumentista más destacado fue el canadiense Scott Moughton, que demostró ir muy sobrado. Un momento destacado de la actuación fue la canción "Suite Sister Mary", en la que Emily encarnó el rol femenino del dramático tema, mano a mano con su padre. Sin duda ambos disfrutan mucho de esta parte del concierto.



El repertorio que interpretaron fue el siguiente:

I Remember Now
Anarchy-X
Revolution Calling
Operation: Mindcrime
Speak
Spreading the Disease
The Mission
Suite Sister Mary
The Needle Lies
Breaking the Silence
I Don't Believe in Love
Waiting for 22
My Empty Room
Eyes of a Stranger


Bises:
Silent Lucidity
Jet City Woman


Desgraciadamente sólo nos obsequiaron con dos bises, mientras que en otros conciertos llegaron hasta cuatro, dejando fuera "Best I Can" y "Empire".


Finalmente, aquí debajo están los vídeos que grabé:



jueves, 3 de enero de 2019

Nightwish + Beast in Black: 30 de noviembre de 2018

Cómo me alegro de haber ido a este concierto. Estuve a punto de dejarlo correr por el precio y porque había visto a Nightwish hacía relativamente poco (2 años), pero la confirmación de Beast in Black como teloneros me hizo decidirme.


Al revisar el setlist que venían tocando los finlandeses en esta gira, llamada Decades por el 20 aniversario del grupo, me pareció algo mejor que el de la anterior gira, así que supuso otra buena noticia más.


Pero hablemos primero de Beast in Black, grupo fundado hace tres años por Anton Kabanen, genio creador expulsado de su anterior grupo, Battle Beast, por negarse supuestamente a permitir que el resto de miembros participaran en las labores de composición. Inicialmente puede parecer que le está bien empleado por su política dictatorial, pero la verdad es que es más común de lo que parece y, mirando las estadísticas, los mejores grupos son los que funcionan así (Nightwish, sin ir más lejos). Además, viendo los derroteros que están tomando las últimas obras de Battle Beast, creo que se está notando y mucho su ausencia.


Puede que no esté hablando desde la imparcialidad porque el primer disco de este grupo me ha encantado, pero su actuación me pareció magnífica. Sé que hicieron exactamente lo mismo que cuando telonearon a Rhapsody un par de meses atrás, pero su descarga de power metal de la vieja escuela gustó mucho al respetable. El nobel vocalista Yannis Papadopoulos dio la talla y se comió el escenario, sin parar de moverse y animar al público cuando no le tocaba desplegar su polivalente voz.

Este fue el setlist que interpretaron:
  1. Beast in Black
  2. Eternal Fire
  3. Blood of a Lion
  4. The Fifth Angel
  5. Born Again
  6. Ghost in the Rain
  7. Crazy, Mad, Insane
  8. Blind and Frozen
  9. End of the World
El otro componente que animó el cotarro fue el batería, Sami Hänninen, que no perdió la sonrisa en ningún momento y simuló en repetidas ocasiones tocar uno de los timbales con la cabeza. Además ejecutó un numerito con Yannis en el que ambos intentaban aplastar una lata de cerveza con la cabeza, en la que el griego salía mal parado debido a su falta de cabello.


Pero siempre tiene que haber un 'pero', por muy conforme que uno acabe con una actuación. El único punto flaco que le veo a este grupo es el mismo que se le puede achacar a Sabaton: la ausencia de un teclista. Su música se apoya mucho en los sonidos de los teclados como vehículo para las melodías principales y el hecho de que todo eso esté pregrabado le quita gracia en directo. Pero bueno, dado que las sintonías para este instrumento las compone el mismo Anton y este grupo está, como quien dice, arrancando, se puede entender que no quieran tener que repartir el escaso pastel entre otro miembro más.


Así que, después del estupendo primer plato que supusieron Anton y sus nuevos secuaces, llegó la hora del plato fuerte del día. Me sorprendió que no vendieran suficientes entradas como para abrir las gradas, pero supongo que su reciente paso por el festival Leyendas del Rock, anunciado falsamente como "única fecha en España", y que no había pasado demasiado tiempo desde su última visita, pesaron bastante.


El concierto arrancó con una cuenta atrás en la magnífica pantalla gigante, seguida de unas instrucciones básicas, al estilo de las que daría una azafata en un avión, rogando no grabar con teléfonos móviles, que fueron bastante aplaudidas (yo no me doy por aludido porque grabo con una cámara compacta, jeje). Y el auténtico arranque musical vino de la mano del miembro más reciente en incorporarse al grupo, Troy Donockley, el multinstrumentista, tocando un fragmento de la relajante Swanheart.


Con la primera canción ya con el grupo al completo sobre el escenario pudimos comprobar que el despliegue pirotécnico iba a estar a la par que el visual, dejando ambos en muy mal lugar al que trajeron en 2016: hubo fuego y chispas para dar y regalar. Todo un gustazo.


Aparte de lo ya comentado, otra agradable novedad con respecto a su anterior visita fue que Floor, al no estar embarazada, pudo soltarse y darlo todo. No paró de bailar, hacer girar su melena y animar al personal cuando no le tocaba cantar.


Marco estuve enorme, como siempre, su voz nunca falla. Además, con su expresividad al cantar consigue que ni siquiera Floor pueda hacerle sombra a pesar de que su micro estático le obligue a tener que estar parado en el sitio. Y, para rematar, sacó una combinación de guitarra y bajo de doble mástil que yo nunca había visto antes.


Y detrás de Marco, el genio creador responsable del grupo, demostrando que la excusa que ponen desde Sabaton para no tener teclista en directo (que harían falta varios por la complejidad de sus composiciones) no se sostiene. Las orquestaciones de Nightwish son mucho más complejas y eso no resulta ningún impedimento para Tuomas, que simplemente configura varios teclados con todo lo necesario y los saca a escena, al igual que hace Christian Lorenz, de Rammstein.


El otro responsable de llevar el peso melódico instrumental del grupo es Emppu Vuorinen, el pequeño pero capaz guitarrista, que no se amilana ante ningún solo por difícil que sea, sacándolos siempre adelante, aunque sin poder disimular el esfuerzo que le cuesta.



Otra prueba de que Floor no tenía que cargar con la responsabilidad de un embarazo fue que se permitió el lujo, durante un parón, de tomarse una copa de vino con Tuomas, que, por cierto, no se corta un pelo y le pega generosos lingotazos directamente a la botella en mitad de las canciones.


De quien no puedo decir gran cosa es de Jukka Nevalainen, el batería, que se mantiene muy en segundo plano y no llama la atención. De hecho no es el típico percusionista que exige su cuota de protagonismo con un solo de batería, cosa que agradezco porque no son precisamente mi pasión.



Este fue el repertorio:

  1. Dark Chest of Wonder
  2. Wish I Had an Angel
  3. 10th Man Down
  4. Come Cover Me
  5. Gethsemane
  6. Élan
  7. Sacrament of Wilderness
  8. Dead Boy's Poem
  9. Elvenjig (versión tradicional)
  10. Elvenpath
  11. I Want My Tears Back
  12. Last Ride of the Day
  13. The Carpenter
  14. The Kinslayer
  15. Devil and the Deep Dark Ocean
  16. Neo
  17. Slaying the Dreamer
  18. The Greatest Show on Earth
  19. Ghost Love Score
Como colofón nos regaron con una lluvia de confeti, recurso cada vez más habitual pero no por ello menos efectivo.


Así que, en resumidas cuentas, conciertazo. Ahora toca esperar al nuevo disco que se supone que van a grabar durante 2019.


Finalmente, bajo esta última línea, los vídeos que grabé de ambos grupos:

Beast in Black:





Nightwish: