domingo, 17 de noviembre de 2019

Alice Cooper: 7 de septiembre de 2019

Nunca fui muy fan de Alice Cooper. Conocía sus típicas tres canciones famosas (School's Out, Poison y No More Mr. Nice Guy porque la versionó Megadeth) y a lo máximo que había llegado fue a "construirme" el recopilatorio Mascara and Monsters a base de descargas, pero me pareció un rock muy suave y con un sonido bastante antiguo en general (aunque la canción Elected me gustó mucho).


El caso es que cuando me enteré de este concierto y de que hacía 9 años del último por estas tierras, se lo propuse a mi mujer y aceptó rápidamente a pesar del precio. Y es que el argumento de que probablemente fuera la última vez que viniera pesó mucho (ya tiene 71 años).


Hacía pocos meses que vimos a Avantasia en el mismo recinto, así que repetimos plan: dejar a nuestra hija a dormir con los abuelos y disfrutar de una velada de no-padres. Desde que vi que en las entradas de grada no había asignación de asientos ya me olí lo que pasaría: cuando llegamos toda la zona central estaba ya ocupada. Así que nos terminamos sentando en un lateral bien abajo y, a pesar de verlo un poco de lado, en realidad estuvimos más cerca del escenario que la zona frontal (y con una columna de altavoces apuntándonos directamente, menudo pitido de oído izquierdo me llevé a casa).

A los pocos minutos de estar en nuestros asientos salieron a tocar los encargados de caldear el ambiente, los americanos Black Stone Cherry. Nunca había oído nada de ellos y, aunque su rock sureño no es mi estilo, hay que admitir que pasión y ganas ponen todas las del mundo. Especialmente el guitarrista Ben Wells, que no para de moverse ni un momento, y el batería John Fred Young, que da la impresión de que la música que tocan se le queda corta para lo que es capaz de hacer. Su despliegue de potencia extrema se ve acrecentado por el hipnótico contoneo de su frondosa melena, y todavía le da para hacer coros con un micro que le cuelgan por encima de la cabeza. Además es graciso ver la cantidad de baquetas que se le llegan a escapar de las manos durante su actuación. Me encantaría verle tocando power metal con un doble bombo a toda velocidad.


Cuando terminaron los teloneros, y tras participar ellos mismos en la recogida de sus propios bártulos, desplegaron el telón con los dos ojos dibujados como los del cartel de la gira. Aproximadamente media hora después se apagaron las luces y comenzaron a sonar las intros para hacernos saber que el espectáculo estaba a punto de comenzar. En cuanto sonó el coro pregrabado que da entrada a Feed my Frankenstein, cayó el telón, dejándonos ver el majestuoso escenario ya ocupado por los instrumentistas. Y, una vez los miembros del staff, ataviados con cascos y grilletes metálicos, se llevaron el telón, el señor Cooper salió por la puerta central desatando la locura de los espectadores, especialmente de la pista.

Antes de seguir profundizando en la actuación como tal, pongo el setlist que interpretó invariablemente durante toda la gira:

Feed my Frankenstein
No More Mr. Nice Guy
Bed of Nails
Raped and Freezin'
Fallen in Love
Muscle of Love
I'm Eighteen
Billion Dollar Babies
Poison
Solo de guitarra de Nita Strauss
Roses on White Lace
My Stars
Devil's Food (band only jam)
Black Widow Jam (con solo de batería de Black Juju)
Steven
Dead Babies
I Love the Dead (sólo la banda haciendo los coros)
Escape
Teenage Frankenstein

Bises:
Under My Wheels
School's Out (con un fragmento de Another Brick in the Wall de Pink Floyd)

La primera media hora fue la parte más dedicada a la música en sí y se me pasó volando. Desde Feed my Frankenstein hasta Poison, temazo tras temazo (ganan mucho sus canciones en directo con respecto a la producción de las viejas grabaciones) sin parar ni un momento.

En la primera canción se "escapó" una de las mascotas: el monstruo de Frankenstein de 3 metros que rápidamente devolvieron detrás del escenario los miembro del staff que lo sujetaban con cadenas. En Fallen in Love, única canción de su último disco de todo el repertorio, Alice se unió a los instrumentistas a la armónica (aunque el tema original no tiene nada grabado con eso), demostrando que no sólo es un vocalista. Durante I'm Eighteen, el señor Cooper se movió por el escenario apoyado en una antigua muleta, para sustituirla por un florete durante Billion Dollar Babies. En esa canción también dispararon hacia el respetable una catapulta con cabeza de demonio un buen fajo de billetes con la cara del cantante, según he podido leer.


Después de Poison, que fue una auténtica locura, el espectáculo bajó revoluciones y se centró más en la teatralidad. Tras un mínimo receso de oscuridad, durante el cual Nita Strauss se colocó una capucha con un velo que le tapaba toda la cabeza salvo los ojos (irreconocible con el cuerpazo que gasta, vamos) salió a interpretar su solo, el cual me decepcionó un poco. Tal vez no quiso lucirse demasiado. A continuación tocaron Roses on White Lace, en el que Sheryl Cooper (la mujer del cantante, que es la bailarina oficial de la banda desde hace más de 30 años) salió al escenario para interpretar a una moribunda novia cuyo vestido estaba manchado de sangre mientras intentaba a duras penas huir de Alice. Es increíble lo bien que se conserva esta mujer a sus 63 años.


Siguieron con la versión en directo de My Stars, bastante diferente de la del disco (mejor en mi opinión), para continuar con un par de temas enlazados sin Alice Cooper en el escenario, que terminó con un solo de batería. Se ve que el bueno de Vincent tiene planificado ese hueco para descansar un poco antes de encarar lo siguiente.


La parte teatral llegó a su clímax cuando enlazaron Steven + Dead Babies + I Love the Dead. Arrancó la performance con dos miembros del staff vestidos de cabezudos simulando ser bebés gigantes carceleros de un psiquiátrico que llevaban a Alice sujeto con una camisa de fuerza. Una vez los cabezudos se retiraban y el vocalista se liberaba de las mangas, hizo acto de presencia su mujer que, vestida de enfermera, paseaba un carrito de bebé. Así que el maníaco hizo lo que se esperaba de él: robarle el bebé para, tras cantarle la canción como si fuera una nana, intentar asesinarlo con un cuchillo de carnicero. Pero los bebés carceleros entraron en escena de nuevo justo a tiempo para detenerle y conducir a Vincent a una muerte por guillotina. Una vez consumada la falsa ejecución, el verdugo recogió su supuesta cabeza y la mostró repetidamente al público durante el resto de la canción, que terminó la banda sin su líder, mientras un nuevo bebé gigante medio-hombre medio-hinchable bailaba celebrando su muerte.


Con Escape todo volvió un poco a la normalidad, recuperando la música el protagonismo. En la última canción antes de los bises el monstruo de Frankenstein volvió a salir, esta vez para permanecer en escena casi toda la canción, al puro estilo de los Eddies que suelen sacar los Maiden.


Finalmente, con los bises se fueron por todo lo alto. School's Out fue la fiesta de las fiestas. Pompas de jabón por todas partes y globos gigantes rellenos de confeti que Alice se dedicó a explotar con una katana (cuando los alcanzaba, porque lanzó muchos mandobles al aire sin resultado). También aprovecharon la canción para presentar a la banda. Fue raro que dijera que uno de los guitarristas, Tommy Henriksen, era de Madrid, cuando no es verdad. O al menos eso entendí.

Yendo al detalle, queda patente que el señor Alice Cooper tiene muy claro lo que puede hacer y lo que no. Conoce cuál es el registro que le va bien, así que que nadie espere que haga agudos ni aguante notas durante varios segundos (ya lo hace la banda por él para arroparle en los coros). Pero, a pesar de esas limitaciones, las canciones no se resienten en absoluto. Además, lo suple todo siendo el perfecto maestro de ceremonias.


Sobre la banda en sí, llama la atención que tengan tres guitarristas. Demuestran que quieren reproducir lo mejor posible las canciones, porque ya se sabe que muchos temas en los discos tienen 2 ó 3 líneas de guitarras rítmicas pero luego en directo se suelen reducir a una. Los virtuosos son el batería, Glen Sobel, que va muy sobrado (no paraba de hacer malabares con las baquetas, toque lo que toque), y Nita Strauss, a la cual se le nota que es la más joven porque no para de correr por el escenario (demostrando que también va sobrada para lo que tiene que tocar).

En resumen, decir que a mí me encantan los conciertos con tanto espectáculo. No soy de los que critican a los artistas por querer dar un plus en directo y no centrar sus actuaciones únicamente en su música. Al fin y al cabo, pertenecen a la industria del entretenmiento y, cuando en un concierto te meten algo de teatro, pues doble ración.